lunes, 7 de noviembre de 2016

POEMAS. SAFO. GRECIA. SIGLO VI a.n.e.

I Me parece semejante a los dioses
aquel que frente a tí está sentado
y te escucha cerca de tí,
que cantas dulcemente una historia
y ríes amable; tu risa me
ha desgarrado el corazón en el pecho.
Pues cuando te miro a tí un instante, entonces me parece
que no puedo decir ni una palabra más,
sino que silenciosamente mi lengua se ha roto,
y de pronto un fuego sutil se ha extendido bajo mi piel,
 no veo nada con mis ojos
y mis oídos zumban.
Un sudor frío me resbala hacia abajo y un estremecimiento
se apodera de todo mi cuerpo. y estoy más pálida
que la hierba, y me parece que falta poco
para estar muerta.
Eros me sacudió el alma
como un viento que en la montaña sacuda los árboles.
Llegaste, lo hiciste y yo te deseé ardientemente
y helaste mi corazón encendido en deseo.
II Tú, la de hermoso rostro, comparable
al de una diosa
escuchando tu canto, me llenaba
de dicha el alma entera.

Ahora, entre todas las mujeres
 ella es la más bella, cual la luna
al ocultarse el sol, su rostro mostrando
de púrpura, oscurece las estrellas;
su luz las praderas bañan
floridas y en las ondas
amargas del océano fulgura;
el rocío se esparce por el viento
refrescando el tomillo delicado,
y las rosas, y el trébol florecido.

Cuando recuerdo a la adorable Attida
el deseo en tumulto se apodera
de  mi ser, y la angustia me consume,
y me grita que vaya, y mis gemidos
se pierden en la noche silenciosa,
que los recoge y al mar los lanza.









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